lunes, 19 de septiembre de 2016

Sobrevaloraciones



Concertina
Resulta curioso cómo se va adecuando el vocabulario a las intenciones, más o menos estratégicas, de los movimientos o tendencias sociales imperantes. Incluso el título de esta entrada no deja de ser un término eminentemente económico que voy a usar con una acepción  sociocultural o sociopolítica. No cabe duda que  es algo que ha pasado a lo largo de la historia, aunque ahora la tecnología de la comunicación lo acelera todo y tal vez resulta más visible el fenómeno.

Otro factor que ayuda a estos procesos es el estrechamiento del campo ideológico o filosófico experimentado en el siglo XXI. El agotamiento de la tendencia analítica y el final esperado de la filosofía posmoderna nos han dejado ante un escenario nihilista y escécptico, lo que permite una suerte de tendencias "a la carta" que cada uno impone o sugiere según el ámbito de poder en donde se desarrolla su influencia, bien sean medios de comunicación; partidos o movimientos políticos; agrupaciones de estados supranacionales o grupos financieros de intereses globalizados. Teniendo en cuenta además que muchos de estos actores están perfectamente relacionados y subordinados entre ellos.

No voy a entrar a profundizar en cuestiones filosóficas de las que soy profano, pero si voy a poner algunos ejemplos de cómo unos conceptos se ponen de moda e incluso condicionan la conducta y el lenguaje de una gran mayoría de personas provocando contradicciones y dicotomías, tan propias de nuestra cultura judeocristiana por otra parte.

Últimamente hemos caído en enfrentar comer sano versus enfermedad, tanto ha sido así y con tanta insistencia que se ha llegado a provocar una nueva enfermedad, la ortorexia. Es decir, aquellas personas que se obsesionan con la dieta sana hasta el punto de modificar sus hábitos de vida y producir efectos nocivos en su salud. Está sería la consecuencia extrema, pero  no debemos olvidar el precio de los productos "bio" o "eco", la proliferación de gimnasios, la actitud moral ante la obesidad, el asumir que belleza y salud es una ecuación exacta y por ende falta de salud y fealdad debe ser igual de exacta. Hasta en el marketing político se cuidan de que nuestros líderes se correspondan con estos estereotipos y los medios de comunicación se empeñan en descubrirnos si comen más pescado o hacen suficiente ejercicio físico, como si eso nos diera alguna pista sobre su capacidad de ejercer la función para la que se postulan, en el caso de que sean candidatos a algo.

También encontramos que se ha sobrevalorado la simpatía frente a la empatía, tratando a veces de confundir ambos conceptos, como si por el hecho de que una persona sea especialmente ingeniosa, agradable o dicharachera nos obligara a sentirla como un igual o a pensar que su cercanía supone un intento certero de ponerse en nuestro lugar. Cuando la empatía implica el ejercicio cognitivo que nos permite percibir lo que siente nuestro interlocutor, por lo que su principal efecto conlleva una direccionalidad de fuera hacia dentro y no al contrario, de los demás hacia uno, no de la capacidad de influir uno en los demás. De tal manera  los personajes públicos que hacen gala de su comicidad o de su gracia se convierten automáticamente en personas ejemplares.

Tal vez el ejemplo más paradigmático de lo que hablamos sea el manoseo y manipulación del concepto de sinceridad, pudiera parecer que la sinceridad es la panacea, tanto personal como social, a todos los males que nos aquejan, además se enfrenta con éxito a la hipocresía, a la mentira, a la reflexividad y hasta al pensamiento crítico. En el periodo clásico de nuestra cultura la hipocresía no estaba tan mal vista y, más allá de sus connotaciones teatrales, venía a situarnos ante la capacidad de controlar una situación, saber responder a la demanda del otro, respetar la forma de pensar de tus interlocutores y sobre todo era consecuencia de la pertenencia a un colectivo que exigía un sacrificio del pensamiento propio en beneficio del interés del grupo. La moralidad religiosa que imperó en Occidente luego la convirtió en algo negativo que ha perdurado hasta nuestros días, quedando relegada a ese papel asociado al disimulo, la simulación, el engaño o la falta de honestidad.

El hecho de que una persona se muestre siempre como quiere hacernos creer que es no tiene más valor que el de su empecinamiento. Que se plantee alguien que de su boca solo saldrá la verdad no deja de ser una insolencia y una presunción ridícula, pues no hay nada más subjetivo que la verdad. De hecho no es hasta el Renacimiento y posteriormente en el Romanticismo cuando este término se fija con la acepción y la carga moral que hoy tiene. En su origen latino está más ligado a la diferencia entre lo fingido y lo no fingido o ante lo que tiene un origen que no proviene de mezcla alguna. Resulta curioso que los movimientos políticos totalitarios del S. XX apelaran a la sinceridad de sus discursos para justificar sus contenidos, como si una barbaridad deseada sinceramente dejara de ser una barbaridad. Paradójicamente hemos vuelto a ver como los lideres de opinión actuales nos tratan de vender como virtud inexpugnable su sinceridad por encima incluso de su honestidad, vemos como hay personas que se parapetan en ella para insultar a otros, para argumentar tremendas injusticias o para convencernos y persuadirnos sobre su "producto" sin tener en cuenta nuestra capacidad intelectual.


miércoles, 21 de octubre de 2015

De burbujas y modismos

Fotografía: Magdalena Bors


















Desde hace algunos años se viene usando el término burbuja junto a otros significantes que nunca antes habían sido  asociados. La cosa empezó en el ámbito de la economía con la burbuja especulativa, también llamada burbuja financiera, rápidamente se extendió a la inmobiliaria y de ahí a un sinfín de usos parecidos referidos a otras cuestiones. No deja de asombrarme  esta proliferación ni la intencionalidad de quien las pone en circulación en cada caso, pues unas veces son sus detractores y otras se trata de sus padrinos.

Una vez dicho esto no quiero dejar  de mirar la relación con su significado literal, "habitáculo hermético y aislado del exterior", esta sería la acepción más cercana a lo que estamos tratando, tal vez habría que añadir para entender su nuevo uso "y de espaldas a  la realidad de su entorno o construido con un fin avieso o fundamentado sobre mentiras interesadas o usadas como estrategias para lograr objetivos superiores camuflados". En cualquier caso de lo que no hay duda es que responde a la perfección a la esencia del modismo, ya que esas expresiones tienen un significado que no se puede deducir de las palabras que las forman.

Voy a tratar de analizar algunos ejemplos, de entre los muchos que hoy existen, para ver si soy capaz de ir esclareciendo esa intencionalidad o esos falseados fundamentos. Con la burbuja financiera-inmobiliaria sucedió algo paradójico y hasta cínico, si me lo permiten: los que inventaron la trampa de los fondos de inversión, de los cibernéticos paraísos fiscales o de las hipotecas basura y se beneficiaron de esa especulación fueron los mismos que luego acusaban a las víctimas de su atropello de haber vivido por encima de sus posibilidades. Cuando, por ejemplo, eran ellos los que durante décadas habían coreado aquello de que pagar un alquiler era regalar el dinero, que todos debíamos tener nuestra propia casa y los mismos que establecían unos precios desorbitados, como un 300 y 400% por encima de su valor de coste, en cualquier vivienda de 80 m2, que eran a lo que podía aspirar una familia trabajadora, a base de deslomarse y trabajar durante media vida, para satisfacer a los bancos que financiaban a constructoras y a ellos mismos para seguir jugando a un monopoli infernal de compra-venta de deuda. Lo peor de todo es que ellos mismos decidieron cuando había que "enfriar la economía" y planificaron un estallido controlado, de cuyas consecuencias aun somos testigos y que sufrió directa y cruelmente la clase trabajadora, que no era precisamente a la que pertenecen los especuladores y sus acólitos. Por tanto la burbuja financiera no se trataba de una bolsa muy grande y herméticamente cerrada donde flotaban inertes miles de contratos hipotecarios y letras de cambio, no, era una operación calculada de enriquecimiento salvaje, amén de otras lindezas colaterales que afectan y afectarán a largo plazo.

Ya abierta la barra libre de las burbujas el fenómeno llega a todos los niveles, tanto nacional como local en todo el mapa occidental. Así por ejemplo en Sevilla se crea la burbuja cofrade, un término acuñado en la prensa aborigen que viene a significar ese mecanismo por el cual pudiera parecer que en esta ciudad hay 700000 hermanos de la Hermandad de la Hiniesta o que todos y todas sabemos quien es el compositor de la marcha que amenizaba la procesión de la Virgen de la Paz a su paso por la calle San Fernando, en el año 1973. Además tiende a hacer creer que eso ha sido así toda la vida. En esa construcción irónica colaboran las instituciones públicas, los medios de comunicación o las asociaciones empresariales dando las cifras hiperbeneficiosas para la economía de la ciudad, como si ese fuera el único camino para asegurar la supervivencia de los sevillanos, algo tan inconsistente que es lo que más repiten todos. También los pícaros que quieren medrar en la escala social de la "Sevilla profunda" atacan sin descanso en cada asociación y en cada barrio para sacar a despolillar el patrimonio de nuestra  imaginería un día si y otro también, cueste lo que cueste y moleste a quien moleste, generando una industria y una subcultura muy "popular" que resulta grotesca y anacrónica y que pretenden hacerlas valer precisamente por esos valores.

Desde un punto de vista antropológico también se han creado burbujas, ahí podríamos situar el asalto, cercano a la categoría de religión, de la  futbolística. La saturación de información, de imágenes, de datos, de celebraciones, de fracasos, de conflictos, de asociaciones con nuestro imaginario colectivo (cultural, social o político) es tal que ocupa tres cuartas partes de la capacidad del disco duro de una gran mayoría, no silenciosa, de nuestra sociedad, en la que se da una "casual" coincidencia estadística con las víctimas de la primera burbuja analizada. Aunque quieren venderla como algo inocuo resulta ser la que más va perdurando, por algo será.

Otra de las que me ha llamado la atención es la que denomino burbuja participativa, esta afecta al ámbito político. He podido comprobar que en los últimos acontecimientos ordinarios políticos es casi necesario hacer un turno de palabras para dar voz a los presentes, es obligatorio que exista en las organizaciones departamentos o instancias que garanticen la participación de la "pluralidad" de sentimientos o tendencias internas. La realidad es muy otra puesto que los mecanismos ejecutivos de toma de decisiones nunca coinciden en el tiempo ni en el espacio con la "asamblea" y la legalidad administrativa es lo suficientemente compleja como para no poder asimilar directrices cambiantes. Para que esa burbuja pudiera dejar de serlo, es decir se convirtiera en algo real, tendría que modificarse no solo el funcionamiento institucional sino el principio garantista de la legislación democrática, que pretende evitar la discrecionalidad venga esta del director general o de la asamblea de la comunidad de regantes. Sin entrar a discutir las corrientes que abogan por el bien común o procomún (yo prefiero un derecho a un bien, debo ser menos materialista) parece del todo punto ineficiente que un cargo con altas responsabilidades (como un alcalde de ciudad de más de 100.000 habitantes) tenga que saber los mecanismos administrativos para pagar las horas extras del guarda de seguridad que debe abrir una biblioteca el sábado por la mañana, pues aunque lo simule será mentira. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.

Imagen: María Cañas
Un aspecto que no ha escapado a esto de las burbujas ha sido la cultura, ahora tenemos la burbuja del debate extremo, es imposible que dos personas o colectivos que no coincidan en todas sus tesis puedan dialogar sin generar debate, sin extremar sus argumentos y sin utilizar enunciados cortos, directos y efectivos, evitando en lo posible la reflexión, la disgresión o la búsqueda de puntos de encuentro. Quizás esta se pueda asociar a la burbuja de la redsocialización, que es, junto con la financiera, una burbuja arquetípica e instrumental, en la que se da la espalda a la realidad creando incluso una paralela, que se adapta como herramienta de soporte para cualquiera de las otras burbujas. Curiosamente quienes manejan esta burbuja están muy cerca de los que crearon la primera de la que hablamos, de la especulativa.

Al final me he dado cuenta, recordando a María Cañas y las teorías sobre la construcción de los fanatismos, que todo esto sigue un guión relativamente predecible, que está bastante hilado y que nos ha tocado seguirlo por nuestros aparatos inteligentes, aunque también desde ahí tenemos que buscar la posibilidad de crear espacios de realidad y de resistencia.

viernes, 27 de febrero de 2015

Viajes premonitorios

Puente Nijubashi, Tokio.

Esta mañana mientras desayunaba he recordado un viaje fundamental en mi vida, un viaje premonitorio, pero mucho, de circunstancias que han marcado significativamente mi devenir posterior por estos andurriales mundanos. Es paradójico que las premoniciones no las vislumbremos hasta que han sucedido, de hecho siempre se hace referencia a ellas en pasado, lo que viene a ser una antinomia.

Recordaba aquel viaje que hicimos mi hermana Ignacia y yo el 17 de septiembre de 1972, de Segura de León a Sevilla, en un autocar de la empresa La Estellesa que tenía el volante a la derecha y justo en el centro de la zona delantera un gran bulto sucio, de color granate y forrado de escay. Nos acomodamos en nuestros asientos y mi hermana se pegó todo el camino llorando y sin decir ni media palabra, por entonces ella tenía 20 años y 2 meses. Se sentó colocando sobre sus piernas una caja de cartón, de galletas María de tres kilos, que contenía algunas viandas de las que mi madre nos proveyó para cuando llegásemos a Sevilla. Con mis 7 años recién cumplidos no entendía nada, solo miraba el paisaje y de vez en cuando a ella para ver si se le había pasado. Ni nos movimos de nuestro sitio cuando el vehículo tuvo que parar en mitad de la Cuesta de la Media Fanega porque aquella prominecia, que rugía junto al conductor, humeaba y amenazaba con salir ardiendo.

Ya en este trecho se dieron un par de premoniciones importantes: Mi hermana ha llorado muy poco desde entonces, a partir de aquel día puedo presumir que soy de las pocas personas que la ha visto llorar de esa manera o de cualquier otra , creo que se vació de lágrimas en aquellas tres horas y media. La otra es que durante algo más de cuarenta años he comido diariamente galletas María, posiblemente haya sido uno de los mejores clientes que tuvieron nunca Cuétara o Fontaneda. Tal es así que, ya de jovencito, visité Aguilar de Campoó y cuando inhalé aquel aire por primera vez fue como un sueño, increíble por lo placentero. Desde hace algunos meses, no se por qué capricho de la naturaleza, he desarrollado una alergia a la leche y ya no desayuno ni meriendo galletas María.

Cuando llegamos a Sevilla nos esperaban en la cochera de La Estellesa, situada entre la calle Arenal y Adriano. La sensación del encuentro con nuestros hermanos fue más bien ambivalente, por un lado de alegría, por otro de cansancio y por último de extrañeza al estar separados de nuestra madre y en un sitio desconocido. No había tiempo para mucho pues el último autobús que salía para el Parque Alcosa, desde el foso de la Universidad, lo hacía a las 9, así que a andar rápido para no perderlo, que la cosa no estaba para coger taxis. En aquel entonces no había autobús de línea para llegar a un barrio obrero que aun estaba en construcción, solo estaban habitados unos cuantos bloques de pisos, todo rodeado de escombros y limitado por una carretera, un canal y una fábrica algodonera, que cuando venía el aire de poniente alfombraba de pelusa blanca el patio del colegio. Muchos años después sería cerrada por provocar severas lesiones pulmonares crónicas en los vecinos. La dotación de mobiliario urbano y de equipamiento de servicios brillaba por su ausencia, un cura rojo decía misa en el almacén de herramientas y materiales de la empresa constructora y para acceder a determinados lugares de la ciudad teníamos que darnos, campo a través, unas caminatas extenuantes.

Pues bien, luego de andar a buen paso hasta llegar a Palos de la Frontera, esquina con la avenida del Cid, frente al casino de la Exposición, nos encontramos con un autobús de Damián Millán, que era la empresa concesionaria de aquel trayecto, y un grupo no muy  numeroso de personas montándose en él, como era domingo y casi de noche poca gente se veía ya por ahí. El vecino foso del edificio de la Fábrica de Tabacos, que había servido para proteger el edificio de los malhechores y del río Tagarete, que pasaba soterrado por la calle San Fernando y que ayudaba a su padre el Guadalquivir para que el nivel freático de la zona esté muy cerca de la superficie, presentaba un aspecto sucio, oscuro y lleno de maleza, así que me impresionó, casi me dio miedo. Al poco cambiaron la parada al Prado de San Sebastián, donde ese año se dejó de celebrar la Feria de Sevilla. Comenzó pues el camino hacia el suburbio: hasta la calle Oriente todo era ciudad, a partir de ahí las vaquerías y escombreras antes de llegar al Polígono de San Pablo y desde allí la nada hasta alcanzar nuestro  destino, ya de noche cerrada y cansado por tantas emociones aquella jornada que parecía interminable llegó a su fin.

Otra premonición: A ese edificio que protegía aquel foso, que en su día me pareció inhóspito, he estado ligado la mayor parte de mi existencia adulta y en él me he formado como persona y como profesional, y en él sigo desempeñando mi humilde oficio de gestor cultural. Ahora volveré a ser estudiante después de haber sido casi de todo. Mis hijas están ya empezando a hablar sobre su futuro universitario y piensan que esta es la Universidad en la que les gustaría hacer sus estudios superiores. Así que desde aquella noche de domingo de 1972 y hasta dentro de muchos años voy a ver que aquel autobús azul y destartalado  me sigue llevando al  futuro inmediato.

El día siguiente, mientras mis hermanas comenzaban a trabajar en una fábrica de hilaturas con horarios imposibles, mi hermano Jesús y yo fuimos al colegio, que se abría por primera vez en aquel barrio y comenzamos una andadura que tenía más de dura que de andar, pero supimos sortear los baches y encaminamos un rumbo medianamente razonable. Todo en aquel curso fue sorpresivo más que sorprendente e iba acompañado de una sensación de aventura que no te permitía acomodo en ningún momento. Para mi lo más alucinante resultó una extraña excursión en la que nos embarcaron sin previo aviso, ya casi a final de curso. Nos montaron en un autobús y nos llevaron al aeropuerto, a pesar de lo cerca que estábamos de allí nunca lo habíamos visitado, al bajar nos dieron unas banderitas y nos depositaron en la pista para recibir y aclamar a los príncipes españoles y al emperador del Japón y su esposa. Una hora después, más o menos, nos devolvieron al barrio y los profes nos hablaron algo de Japón y nos recomendaron que ese día viésemos el Telediario. Todo aquello fue como si estuviera viendo una película, como un vuelo astral  de esos que,dicen, te ves desde arriba. Muchas cosas marcianas nos pasaron en aquel tiempo.

La última premonición: Muchos años después y por motivo de trabajo he viajado dos veces a Japón, afortunadamente la segunda acompañado de mi mujer, descubrí una cultura, una sociedad y una ciudad, Tokio, que me entusiasmaron, además de suponer para nosotros unas minivacaciones magníficas. De hecho ahora en mi casa se come muchas veces comida oriental influidos por ese interés de los dos y a todos nos gusta. Resulta curioso que uno de los sitios más visitados y bellos de Tokio sea el Palacio Imperial, Kökio, en el distrito de Chiyoda y  que uno de sus accesos sea el puente Nijubashi, que salva un hermoso foso que rodeaba el castillo de Edo, sobre el que se construyó el palacio cuando los emperadores trasladaron la corte desde Kioto. Como veis, otro foso nos lleva a un transcurso circular de la existencia y de la memoria, al final todo parece desembocar en un tiempo irreal y caótico al que podemos acompañar con una sonrisa y poco más, porque siempre se burlará de nosotros.



jueves, 12 de febrero de 2015

Al encuentro del palimpsesto

 R. L. EASTON, K.KNOX AND W. CHRISTENS-BARRY © PROPIETARIO DEL PALIMPSESTO DE ARQUÍMEDES
















Hace unos días alguien me comentó algo sobre un acto de homenaje a los asesinados de Charlie Hebdo y cuando lo hablé con unos compañeros a todos nos parecía como que ese desgraciado acontecimiento fuera algo remoto y poco relevante ya. Resulta que solo había pasado un mes desde el  terrible suceso. Todas las plumas y lápices afilados en favor de las libertades y contrarios a la barbarie vierten su tinta y desgastan su grafito en otras cuestiones de rabiosa actualidad.

Este hecho que vengo a criticar nos parece tan actual, tan oportunista casi, tan asociado al exceso del uso de las nuevas tecnologías de la comunicación en el siglo XXI, alguien diría que por el abuso de las redes sociales también y por la banalización de contenidos de los medios de comunicación tradicionales, donde las informaciones se quedan obsoletas en menos de 24 horas y es completamente imposible esperar un mínimo de análisis o reflexión desinteresada con cierto sosiego sobre temas que nos incumban por mor del cuerpo o del espíritu. 

Los palimpsestos son unos textos que ocultan otros que han sido borrados de ese soporte pero han dejado restos que con posterioridad han podido ser recuperados. De esta forma se han conocido obras fundamentales de nuestra cultura como algunas teorías matemáticas de Arquímedes  o escritos realmente trascendentes de Aristóteles, por ejemplo. En la literatura han supuesto no solo una fuente de inspiración para novelistas sino una forma de entender cómo o para qué se escribe, aportando conceptos tan interesantes como la intertextualidad. También han influido en la semiótica y otras disciplinas, pero eso lo dejamos para los expertos.

Hay dos aspectos del estudio de los palimpsestos que me llaman la atención: 

El motivo por el que se hacía la sustitución, que se debía normalmente a causas económicas y físicas como la falta de papiros y luego de papel o la falta de espacio para su almacenamiento y las causas filosóficas o políticas y religiosas, es decir, cuando la desaparición de textos era originada por sus contenidos. 

El otro aspecto que me resulta curioso es ver el orden de la sucesión de temáticas que ocultaban o conservaban, según se mire, estos legajos. Normalmente la sucesión solía ser la siguiente: ciencia, política, filosofía y, finalmente, religión. Supongo que ese orden atiende a una lógica histórica de nuestra civilización occidental, desde la incipiente Grecia hasta los monasterios medievales europeos, que es donde acaban guardados todos aquellos manuscritos.

LOGOS de Francois Bucher. Fotografía: Antonio Torres
Se podría concluir que lo de ocultar información y  machacarla con otra más novedosa es algo que ya practicaban en el siglo III antes de Cristo, por lo que considero erróneo achacarlo en nuestros días al uso de internet o a la crisis de las empresas editoriales y más bien lo entiendo como una maniobra del poder para manipular la información y la opinión de todos con fines muy concretos y casi siempre malvados. No debemos confundir la estrategia con el objetivo.

Desde esta perspectiva me puse a elucubrar sobre qué información había sustituido al terrible atentado y posterior "ajusticiamiento" de los presuntos culpables,  cuál otra se me venía a la cabeza que hubiera estado escondida tras aquellas en el virtual papiro y porqué estas tres noticias habían tenido alguna relación entre sí. 

El resultado de mis pesquisas fue que la noticia que tapó a la de Charlie Hebdo en España fue el adelanto de las elecciones en Cataluña y la que se vino a mi cabeza por haber sido tapada por estas era la de la matanza en la Playa del Tarajal (aunque esto último había ocurrido casi un año antes), donde murieron 15 inocentes a manos de miembros de las fuerzas de seguridad de nuestro país, en una suerte de juego macabro de barraca de feria en el que se disparaban bolas de goma y gas lacrimógeno  al mar para impedir que estas personas avanzaran nadando unos cuantos metros hasta tierra firme, empujadas por la miseria, el hambre y los reportajes televisivos sobre Cristiano Ronaldo. 

A veces al estudiar el palimpsesto de nuestra memoria reciente encuentras asociaciones que por ilógicas resultan ser las más perspicaces. No se si estoy haciendo una reivindicación  del "periodismo lento" como lo llaman ahora, o lo contrario.  Lo mejor o lo peor de todo esto es que seguiremos encontrando...


miércoles, 21 de enero de 2015

Recuerdo

Foto Larry Fink


Hoy es un día de tristes recuerdos, un día gris y frío de invierno inmisericorde, un día rodeado por la pena y el miedo a partes iguales, un día en el que la ilusión y el entusiasmo han decidido tomar un descanso, un día en el que el pasado asedia al presente y desplaza lejos al futuro, un día en el que lo cotidiano pierde color y se queda parado en un tono amarillento y un poco apolillado, un día en el que queremos dejar de pensar y en el que si pudiéramos no asomaríamos la nariz por encima de las sábanas.

Mañana deberemos conseguir que hoy quede archivado en un ayer reciente, que la memoria lo maltrate y que nuestra cabeza lo sitúe en una de esas esquinas que nunca se barren para que el polvo de la melancolía lo tape por mucho tiempo, hasta que las telarañas del olvido lo hagan inaccesible a nuestra conciencia de vividores y luchadores por una vida feliz y placentera que ponga cordura a aquellos desencuentros y dislates de la vida que nos tumbaron la alegría . Como decía el personaje de Violetta en La Traviata "en el mundo es locura todo lo que no es placer" (ni Alejandro Dumas lo hubiera puesto mejor en boca de su Margarita Gautier).

Aunque dolorosa, no es que sea, desgraciadamente, la pérdida más significativa para mis entretelas hoy, sin embargo me voy a tomar la licencia de poner aquí un recorte de uno de los artículos de la admirada Concha Caballero.

"Nos habían dicho, de mil maneras, que el radicalismo se curaba con la edad; que era una especie de enfermedad juvenil que prendía especialmente entre la gente de buen corazón. Nos decían que con los años, la experiencia y los golpes de la vida se amortiguaba la visión crítica de la realidad y que, a partir de los cuarenta, uno estaba dispuesto a negociar con la realidad y a dejarse vencer, cuando no a convencer.
Justo cuando estábamos a punto de cumplir las palabras de Neruda —“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”— o la profecía poética de José Emilio Pacheco — “Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los 20 años”— (...)*
Por eso, con los años y la experiencia, muchos nos estamos volviendo más radicales. Y ojalá no fuera así. Ojalá la realidad nos permitiera pintar la vida en vivos colores y no ser tan dolorosamente conscientes del sufrimiento ajeno. Y no me refiero a un radicalismo verbal ni gestual, a la torpe exhibición de camisetas o de enseñas. No tenemos el puño en alto sino el corazón en un puño ante los nuevos tiempos. Y esa flor extraña de impotencia, de radicalismo profundo y reflexivo, pugna por hacerse ramillete, prometedor fruto, que no desesperanza".

* Las siguientes palabras de Concha hacían referencia a los avatares recientes de todas las crisis-estafas que sufrimos en este tiempo, yo lo uso en el sentido de que era mentira que los golpes de la vida te amansen, más bien al contrario te aclaran el pensamiento, te esparcen el corazón y valoras mucho más lo de esperar cantando...


viernes, 16 de enero de 2015

Hoy comienzo...


Carmen Laffon

Hoy comienzo a escribir y compartir, conceptos siempre unidos pues no se escribe si no es para ser leído y por tanto para ser acompañado, este cuaderno en el que pretendo verter algunas reflexiones sobre mi entorno, sobre mi "tribu", sin más pretensión que respetar el principio de no levantar fronteras.

Cubierta es una palabra con tantas acepciones que cada uno le encontrará un sentido diferente en cada entrada. Hoy más que algo que protege, como la cubierta de un edificio, o que cierra, como  la tapa de un cuaderno, quiere ser la superficie abierta de un barco. Lo que te conecta con el exterior, lo que permite que el aire fresco y húmedo te de en la cara, lo que ayuda a que vislumbres el rumbo mirando al horizonte o lo que te da la certeza de que navegas al lado de otros seres vivos.

Todos los que me conocéis sabéis de mi poca afición a lo marino, de mi lejanía al capitán Ahab y se pueden imaginar que nunca haría como Ishmael, irme a descubrir la parte marítima del mundo cuando no sepa muy bien qué hacer. Contrariamente, en esas circunstancias me acercaré a esta cubierta y os contaré lo que me parezca como si estuviéramos charlando en una azotea del barrio de San Lorenzo o en la terraza de nuestra casa en el "Manaó", teniendo en el horizonte la campiña y los cerros ondulados de las estribaciones de Sierra Morena.

Si en una ventana de cualquier estancia de vuestra casa en la que dé el sol ponéis un panel que la tape completamente y abrís un pequeño orificio el reflejo del sol cada día a la hora del cenit irá haciendo un  recorrido similar al de la imagen, si lo mantenéis durante un año habréis construido vuestro calendario solar, como los egipcios en sus pirámides, y la medida del tiempo en vuestro hogar será única.
  
Analema